Hace ya algunos días que apareció en papel el primer número de la revista Taller de Letras. Y cuando digo 'aparecer' quiero decir que 'se distribuyó'. Podría parecer una perogrullada, pero es que de un tiempo a esta parte nos hemos acostumbrado a dos grandes fenómenos en el mundillo de las revistas:
1. Cada vez hay menos revistas en papel y más 'revistas digitales'. Y como en España no hay tradición de revistas electrónicas, sencillamente la publicación languidece, agoniza y muere, fagocitada por ese monstruo llamado Google.
2. Los que, contra viento y marea, deciden seguir imprimiendo, sufren la pérdida de anunciantes (que, con sentido común, han decidido unirse a Google para vencer). En consecuencia, las revistas tienen menos ingresos, y deciden reducir tirada. O sea, que su revista es cada vez menos conocida, por lo que tienen aún menos anunciantes. Y entonces empieza la agonía, que viene invariablemente precedida de una mentira: la distribución. Y esa gran falacia llamada 'tirada'. Y con esto vuelvo al inicio de este artículo: una revista 'aparece' realmente cuando se ha distribuido.
Taller de Letras es una publicación en papel. Entonces, ¿estamos locos? No. Sencillamente, creemos que nuestra revista cubre un 'nicho' , que es una manera un poco fúnebre de decir que nuestro público está ahí, esperando que alguien le dé lo que necesita. Expuesto de esta forma suena un poco ampuloso, así que dejaremos que sea el tiempo quien nos coloque en nuestro sitio, para bien o para mal.
Taller de Letras tiene una tirada de 1.000 ejemplares, cifra que crecerá en el segundo número. ¿Son muchos o pocos? Depende: si los dejamos en el almacén (creedme: hay quien lo hace), son muy pocos. En cambio, si los distribuimos con mimo, son muchos.
Seamos sinceros: imprimir en papel actualmente es una osadía, sólo justificada a mi parecer si se dan dos condiciones: buenos contenidos para los lectores y una política honesta de distribución. Si una de esas dos patas falla, nuestra silla no se aguanta.
En cuanto a los contenidos, trabajaremos para que cada vez sean más interesantes. Y en lo que concierne a la distribución, hemos apostado por cuidarla al milímetro. Por eso sabemos en qué rincón de la cafetería Laie de Barcelona se encuentra nuestra montón de revistas. Sabemos también que en la Casa Elizalde puedes tomar un café de máquina leyendo nuestros artículos, y que en la librería Arcos de Dúrcal (Granada), María José te contará detalles sobre la revista. En el Hotel Kafka de Madrid, si quieres una revista pregunta por Moncho. Y en la librerías Àgora o Literanta de Palma, siempre puedes decir que sigues los artículos de Juan Pablo. En la Universidad de Barcelona tenemos una lucha encarnizada con la mujer de la limpieza (confiamos en convertirla en lectora por nuestro bien). Así podríamos continuar con todos y cada uno de nuestros puntos de distribución. A medida que va creciendo nuestra lista de puntos de distribución, se amplía también nuestro círculo de lectores (que me perdonen los del ídem).
Así que... repito: hemos lanzado una tirada de 1.000 ejemplares. Ni uno más, ni uno menos. Y los estamos distribuyendo con el celo de un predicador: punto por punto. Exactamente donde nos quieren. Y únicamente donde nos quieren.
Por cierto, ¿quieres que en tu establecimiento se lea Taller de Letras? Envíanos un mail a taller@tallerdeletras.com
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